España - Andalucía
Murillo: evocación secreta y mágica
José-Luis López López
Apenas una hora fue suficiente para despedir un año en el que multitud de actividades de diversa índole (la gran exposición en el Museo de Bellas Artes de 55 obras de todo el mundo, la serie de extraordinarios conciertos de “La Europa de Murillo”, entre otras) han conmemorado el 400 aniversario del nacimiento de Bartolomé Esteban Murillo.
Un año de acercamiento a la Sevilla del XVII, pero, igualmente a la vanguardia sevillana de hoy y del futuro a través de la poderosa presencia ausente del pintor barroco ¿Despedida? Más bien un nuevo comienzo, esperemos que interminable, oficiado por el joven (31 años) Rafael Rodríguez Villalobos, director de escena sevillano de proyección internacional, como atestiguan los numerosos galardones que ha recibido (destaquemos, en 2013, Premio Europeo de Dirección Operística; y -el último hasta hoy- Premio Princesa de Girona 2019) y las obras dirigidas en muy importantes Teatros de España y Europa.
Pero, sobre todo, hay que descubrirse ante su portentosa capacidad para reinterpretar y traer al presente los imaginarios del pasado, en clave vivamente contemporánea. Aquí ha reunido a la música barroca, la danza, el flamenco, el jazz y la electrónica, en un sueño despierto del pasado, llegando hasta el tuétano y la raíz profunda de ayer (Siglo XVII), de hoy y de siempre: eso es el Arte, el eterno Arte.
Sobre el escenario, una prodigiosa variedad: la gran soprano María Bayo, que junto con Forma Antiqva (comandada por Aarón Zapico) se ocuparon del repertorio aurisecular (Monteverdi, Il ritorno d’Ulise in patria; Giramo, La Pazza -«La Loca»-; Merula, Canzonetta Spirituale sopra la nanna).
En contrapunto (nada hay más barroco ni menos contradictorio), la maravillosa bailaora y coreógrafa Leonor Leal y el cantaor y activista Álvaro Romero que dieron forma a Breviario de espejismos, fieramente tocado por la guitarra del alemán Jürgen Ruck, de la compositora (Premio Nacional 2010, Medalla de Andalucía 2017) sevillana Elena Mendoza, Profesora de la Universidad de las Artes de Berlín, igual que a las músicas, sobre letras de Calderón de la Barca, Braulio Ortiz y el mismo Rafael Rodríguez Villalobos, de diversos autores flamencos (Manuel Torre, Niño de Gloria, Rafael Romero, Morente…, tan presentes en su ausencia como el propio Murillo).
Y, en fin, los impresionantes recitados de la performer, actriz, cantante, Delapuríssima (Julia de la Castro), que junto con el bolero Santa Locura, suyo y de Miguel Rodrigáñez, ofrendó, con desnudez transparentada, la espléndida plenitud de su cuerpo, réplica terrenal (pero jamás blasfema: el mismo templo del Espíritu, humano o celestial, sin ropas o con mantos blanquiazules) de las gloriosas Inmaculadas murillescas.
El pintor, reencontrado para siempre; y Sevilla, una vez más, redescubierta en un ayer cargado de futuro… Una hora, sí; una hora genial, interminable e imperecedera.
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