Este concierto fue grabado pocas semanas antes del comienzo del confinamiento por COVID-19 ¿Serían conscientes Alard y el público de lo que iba a pasar?, ¿que durante muchos, muchos meses, prácticamente no iba a haber conciertos en directo y que estaríamos en casa soñando con los tiempos en que asistir a un concierto como este no tenía nada de 'especial'?
Siempre resulta estimulante escuchar en el gran repertorio a una orquesta que no suele prodigarse en el mercado discográfico, y la Tonhalle puede presumir de un conjunto compacto y bien equilibrado entre sus familias (cierto es que la cuerda presenta cierta aspereza en su registro más agudo).
La excusa del viaje realizado por Ravel a EEUU en 1928 -en el trasatlántico Paris- y otros viajes de compositores e intérpretes de los años 1920, le permite plantear a Anne-Sophie Bertrand un repertorio de una de sus épocas favoritas, los años de entreguerras (1918-39).
Los diálogos son muy flexibles, el fraseo siempre elegante y los matices muy logrados.La transparencia de la interpretación de Thibaudet encuentra eco en la nitidez de los acentos que Midori extrae delicadamente de su Guarneri del Gesù (1734).
De haberse encontrado alguna vez, Bach y Couperin habrían descubierto una serie de similitudes biográficas, ya que ambos procedían de una dinastía en la que la música de órgano y la organería desempeñaban un papel fundamental.
'Aura' es un trabajo personal en torno a tres compositores cuya música tiene para Jáuregui un 'aura' especial, una luz propia.Las obras recogidas abarcan desde 1850 a 1918 y tres compositores básicos de la música para piano: Liszt, Debussy y Mompou, de quienes no sé si tienen un aura especial, pero sin duda sí una gran personalidad.
"Ahora me han dicho que ya no se me permite tocar, porque con mi actuación la gente vería demasiado perturbada su devoción;¡ya nadie podría rezar!¡Vaya fama!".Max Reger, 1902
Su música es muy agradable de escuchar, aunque curiosamente difícil de situar cronológicamente.Sacré es muy consciente de los grandes autores de la historia del piano y en su propia música hace un revoltijo donde suenan Debussy, algo de Scriabin o Mompou, Chopin y Rachmaninov -¡cómo no!- y me pareció atisbar también Casella y Bartók.
Como intérprete Yessayan se siente muy cercano a Debussy, de quien aprecia principalmente su libertad compositiva.Y es desde esta idea de imaginación, libertad y espontaneidad, del deseo de unir naturaleza e imágenes, de donde parte Yessayan a la hora de enfocar 'su' Debussy.
Maslennikov y Weyer interpretan tres sonatas para violoncello y piano aparecidas en 1865, 1866 y 1886, de Brahms, Fuchs y Herzonberg, unos compositores más o menos vinculados profesionalmente en su época.