La música se manifiesta como algo intangible, que provoca recuerdos o sensaciones sin necesidad de algo material.Este disco es el ejemplo perfecto para el aforismo schellingiano: "La música es el arte que más se despoja de lo corpóreo.
Thielemann es sin duda el mejor director wagneriano de los últimos veinticinco años.Lo afirmo y lo sostengo.Como escribiera el mismo Wagner, Thielemann narra “las desgracias y muerte...la miseria de Wotan...
El Danubio Azul tenía su propio centenario ya que en 1921 el exquisito y carismático director Arthur Nikisch interpretó por vez primera este vals con la Filarmónica de Viena en la inauguración del monumento del parque de la ciudad de Viena dedicado a Johann Strauss.
La puesta en escena fue ciertamente original, utilizando el patio de butacas como escenario.No puedo compartir todas las decisiones pero sí hay momentos de buen efecto, en la disposición de los personajes y la iluminación.
Michael Spyres es el protagonista indiscutible de la obra y lleva todo el peso con un aplomo sensacional.Dosifica con sabiduría la exhibición del registro agudo, alternando la voz mixta con la de pecho, y los despliegues de coloratura.
Lo mejor de este Turandot es el Calaf de Gregory Kunde.El tenor, en un giro con pocos precedentes, hace tiempo que dejó atrás los papeles ligeros del repertorio belcantista, sustituyéndolos por otros spinto propios del verista.
Quién nos iba a decir, a comienzos de este siglo, que una serie como Lachenmann Perspektiven, de la editorial alemana Breitkopf & Härtel, iría a tener el séptimo y último de sus DVDs protagonizado por sendos conciertos en España y Portugal: dos estados, en comparación con Centroeuropa, escasamente lachenmannianos, a pesar de tan sobresalientes y puntuales iniciativas como las residencias artísticas de Helmut Lachenmann en ciclos como musicadhoy (Madrid, 2011) o en el año dedicado a Alemania como país-tema en la Casa da Música de Oporto (2015)
Algunas personas le reprochaban a Klemperer la lentitud de su "Pastoral", y él contestaba que los aldeanos llevaban zuecos, por eso eran algo torpes y bailaban despacio.O bien les decía “No se preocupe por la lentitud, ya verá cómo acabará gustándole”.
En el estreno de Tanzsuite, ante la nefasta reacción del público, Lachenmann subió al escenario pidiendo a Sylvain Cambreling que recomenzara a ejecutar la partitura desde el principio, una interpretación acompañada por el silencio de un público temeroso de que tal reinicio da capo se volviese a producir una y otra vez.