España - Andalucía
Ricardo Gallén, sublimando la guitarra
José Amador Morales
A estas alturas no es noticia afirmar que Ricardo Gallén se ha convertido no ya sólo en uno de los mejores guitarristas clásicos actuales, sino también en uno de los músicos españoles más extraordinarios del panorama actual, sino el que más; eso sí, hablamos a un nivel puramente artístico, fuera del marketing y las mercadotecnias. Su participación en el Festival de la Guitarra de Córdoba ha llegado a ser ya algo imprescindible y, como sucede con Manuel Barrueco y David Russell, su presencia anual es todo un privilegio que honra y da lustre a este evento internacional. No en vano sus visitas durante la última década dejaron huella entre los aficionados y se recuerdan como acontecimientos musicales inolvidables: 2007 (“El festival de Gallén” llegamos a titular nuestro reportaje de aquél año para Mundoclasico.com), 2008, el inolvidable “todo Bach” de 2012 (cuya paralela grabación discográfica es una auténtica joya), el bellísimo monográfico Sor de 2013 o el soberbio recital de música latinoamericana del pasado año.
En esta ocasión volvió a deslumbrar con un personal programa centrado en su tan acostumbrado como carismático “pivote” Bach-Brouwer (2007, 2008). Del cantor de Santo Tomás ofreció una inmensa Sonata BWV 1003, llegando a sublimar la gutitarra para ofrecer la clave de esta música cuya esencia y profundidad trasciende cualquier límite instrumental, siempre que esté bien servida como es el caso.Y es que Gallén ha traspasado la barrera de su guitarra para convertirse no ya en un guitarrista genial, que lo es sin duda, sino en un músico excepcional. Sólo así se puede entender su capacidad para ir desgranando cada una de las maravillosas notas de la obra de Bach, cada una con su peso sonoro y su expresiva hondura, para ofrecer un todo absolutamente conmovedor. Difícilmente nadie con un mínimo de sensibilidad pudo quedar impasible tras escuchar una interpretación de semejante calado, hondura y belleza.
Antes, a manera introductoria, había ofrecido una fantástica lectura de Sonata, Evocación y Boceto de Flores Chaviano, de la misma forma en que se recreó una impoluta y brillante Sonatina meridional de Manuel María Ponce, otro autor recurrente en la carrera del guitarrista linarense. Pero la otra interpretación que estuvo a la altura de la de Bach fueron las Danzas rituales y festivas de Leo Brouwer quien fue instado a compartir los aplausos finales tras ser requerido por el propio Gallén: éste, a pesar de que inicialmente ignorada la presencia del maestro cubano en la sala, había intuido su su voz entre las numerosas aclamaciones, como él mismo comentó al público. Brouwer regresó a su asiento exclamando por el pasillo “¡este hombre es un regalo!, ¡un regalo!”… Y es que la imagen del fuerte abrazo entre Brouwer y Gallén había alcanzado previamente tal dimensión musical que resulta enormente difícil imaginar mayor grado de compenetración entre la sensibilidad compositiva del creador de esta música maravillosa y la interpretativa de este músico genial.
Para finalizar, Gallén obsequió una preciosa transcripción de Mañana de Carnaval de Luis Bonfá, como ya hiciera en su recital de 2008.
Comentarios