España - Madrid

Teatro Real

Gran fantasía invertebrada

Germán García Tomás
jueves, 12 de diciembre de 2024
 'El niño y los sortilegios' © Teatro Real de Madrid 'El niño y los sortilegios' © Teatro Real de Madrid
Madrid, sábado, 23 de noviembre de 2024. Real Teatro de Retiro (Sala principal). El niño y los sortilegios. Música: Maurice Ravel. Libreto: Sidonie-Gabrielle Colette. Traducción al español: Javier Almuzara y Mercedes Polledo. Estreno absoluto. Dirección de escena: Alfonso Romero. Dirección musical y piano: Miguel Huertas. Escenografía y vestuario: Ricardo Sánchez-Cuerda. Iluminación. Pedro Chamizo. Ayudante de escenografía y vestuario: Jara Venegas. Reparto: Aida Turganbayeva (Niño), Andrea Rey (Mamá / Taza china / Libélula), Ivana Ledesma (Poltrona / Murciélago / Lechuza), Dragana Paunovic (Gata / Ardilla), Estíbaliz Martyn (Fuego / Princesa / Ruiseñor), Gonzalo Ruiz (Sillón / Árbol), Enrique Torres (Reloj de pie / Gato), Pablo Puértolas (Tetera / Aritmética / Ranita). Samuel Martín y Miguel Huertas (pianos).
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En unas antiguas naves del barrio madrileño de Retiro, reconvertidas en una escalonada sala de teatro, concretamente en la Plaza de Daoíz y Velarde, héroes de la Guerra de la Independencia, el Teatro Real ofrece desde abril de 2023 su variada oferta de espectáculos dirigida a los más pequeños, un programa pedagógico para acercar la música representada al público infantil con funciones escolares y para público en general. 

Óperas, ballets, conciertos, cuentos, cine, teatro y talleres musicales en familia se dan cita en el Real Teatro de Retiro durante todo el año en una de las iniciativas más estimables que se han implementado en los últimos años en la capital española, un modelo perfectamente exportable a otros centros operísticos nacionales si se cuenta con las ganas, el entusiasmo y el presupuesto suficientes.

Dentro de dicha programación, y como colofón del año, le ha llegado el turno a la ópera infantil del compositor Maurice Ravel, ese adulto que siempre fue un niño, la primera de las dos que nos legó: El niño y los sortilegios, de 1925, que, en estreno absoluto y como otros títulos ofrecidos en este escenario, se cantaba en español para que los niños pudieran comprender la historia fantástica que Colette le sirvió al compositor vasco-francés, aquí con una traducción del libreto de la escritora francesa a cargo de Javier Almuzara y Mercedes Polledo.  

"El niño y los sortilegios", régie de Alfonso Romero. © 2024 by Javier del Real."El niño y los sortilegios", régie de Alfonso Romero. © 2024 by Javier del Real.

Por encima de todo, lo más atrayente de esta producción, que entra por los ojos a niños y adultos, es la fascinante escenografía y el vestuario elaborados por el gran artífice de la tramoya y la utilería que es Ricardo Sánchez-Cuerda. Bajo el imaginativo y originalísimo planteamiento escénico de Alfonso Romero, el escenógrafo consigue revestir a la historia del halo de fantasía y cuento que demanda, y recrear todo un universo onírico, desde esas paredes pentagonales que a modo de prisión de estudio representan la casa del Niño y su madre –que caerán como naipes durante el enfado del pequeño-, hasta el recóndito bosque en el que nos sumerge casi por encantamiento y con una sorprendente naturalidad, con la ayuda de la iluminación de otro alquimista de la luz como es Pedro Chamizo.  

Elementos en conjunto que engarzan en admirable continuidad con el discurso pianístico de la partitura de Ravel, siempre cambiante, modulante y evocativa, acusadamente orientalizante y pentatónica, estrófica y melódica, y con sutilísimas disonancias, que consiguen desgranar en pinceladas tímbricas con finura de orfebres, haciéndonos olvidar la riquísima orquestación, tanto Samuel Martín como Miguel Huertas al piano a cuatro manos, este último gran maestro de la concertación musical ejecutando la irresistible flauta de émbolo como preludio de la citada escena de fauna y flora, digna, por su tenebrosidad, de una secuencia de Pesadilla antes de Navidad de Tim Burton.

"El niño y los sortilegios", régie de Alfonso Romero. © 2024 by Javier del Real."El niño y los sortilegios", régie de Alfonso Romero. © 2024 by Javier del Real.

Porque los detalles de los figurines de Sánchez-Cuerda son magníficos, diseccionando espléndidamente tanto objetos animados como animales, y concibiendo a los portadores de algunos de esos pedazos de naturaleza animal invertebrada como un retrato muy similar al de los hombres grises de la novela infantil Momo del escritor alemán Michael Ende, vestidos aquí con bombín y frac negro y sin sus característicos cigarros con los que robaban el tiempo a los hombres.  

"El niño y los sortilegios", régie de Alfonso Romero. © 2024 by Javier del Real."El niño y los sortilegios", régie de Alfonso Romero. © 2024 by Javier del Real.

Feliz guiño o alusión literaria en medio de un conglomerado de objetos que cobran vida: el reloj, la tetera, la taza china, la poltrona, el sillón o la muñeca-princesa gigantesca que enamora al Niño, con la irrupción del profesor de Aritmética ¡que son toda una legión desmembrada de testas blancas!, antes de que la naturaleza se adueñe de la escena y pulule por ahí lo más granado de la flora salvaje: libélula, murciélago, lechuza, ardilla, ruiseñor, rana y esa ineludible pareja de gatos, cuyo dúo remite al dueto bufo que Rossini escribió cien años antes y que Ravel recrea a su manera con idéntico empalago onomatopéyico.

El reparto vocal pone toda la carne en el asador en esta hora de ópera infantil, con el añadido de que la mayoría de cantantes dan vida a multitud de estos personajes animados. 

"El niño y los sortilegios", régie de Alfonso Romero. © 2024 by Javier del Real."El niño y los sortilegios", régie de Alfonso Romero. © 2024 by Javier del Real.

La excepción es el Niño, encarnado por Aida Turganbayeva, espléndida y muy creíble en lo actoral, y de apreciable pronunciación castellana pese a su origen eslavo, que en los primeros minutos de la ópera –durante los cuales posee más canto- se hace ininteligible por el grado de histrionismo con que reviste al personaje titular, y que la velocidad del discurso vocal tampoco ayuda a clarificar, en una traducción que no obstante, choca con la mucho más idónea y adecuada acentuación de la original prosodia francesa.  

"El niño y los sortilegios", régie de Alfonso Romero. © 2024 by Javier del Real."El niño y los sortilegios", régie de Alfonso Romero. © 2024 by Javier del Real.

Tampoco la desigual acústica de la sala ayuda ni a ella ni al resto de intérpretes, entre los que destacamos a la mezzosoprano Andrea Rey en un interesante registro grave como la Mamá, Taza china y Libélula, y a la joven soprano ligera Estíbaliz Martyn, que está triunfando en los últimos años tanto en ópera como en musicales, que brinda un hermoso canto, sumamente delicado, en su escena de la Princesa, así como el rosario de picados y agilidades que con pulcritud despliega como el Fuego. Lástima que el texto salga perjudicado en comprensión. 

El resto del joven reparto, integrantes del programa CRESCENDO de la Fundación de Amigos del Teatro Real, aporta rigor vocal –qué delicadeza en la escena de los pastores a ritmo de bordón- y dotes comediantes suficientes para que la magia se produzca y L’enfant et les sortilèges en versión española consiga envolverse bajo el encanto y la ensoñación de los cuentos.  

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