Grimaud lleva décadas firmemente establecida en el mundo de los conciertos y sus actuaciones, que son siempre una garantía de calidad, se caracterizan por la contención y la modestia.
Babayan ha desarrollado un amor particularmente ferviente por las obras de Rachmaninov y aprecia especialmente la variedad de estados de ánimo y de colores de la música.
Giltburg estaba en su particular y debussyano mundo y Sakari Oramo hacía encaje de bolillos de forma lenitiva para decidir cuándo respetaba al pianista y cuándo respetaba a la orquesta.
La excusa del viaje realizado por Ravel a EEUU en 1928 -en el trasatlántico Paris- y otros viajes de compositores e intérpretes de los años 1920, le permite plantear a Anne-Sophie Bertrand un repertorio de una de sus épocas favoritas, los años de entreguerras (1918-39).
El contenido de las terribles canciones de Músorgski no deja mucho lugar a alternativas más allá de lo que ellas mismas describen, ni tampoco fomenta dudas sobre la intención que las hizo aparecer en el programa
Las vidas y las obras de esa pléyade de compositores de la Rusia contemporánea no fluyen aisladas, sino que se enmarcan en el rico panorama cultural literario y pictórico.
Muy dotado musicalmente, Lisiecki se reveló como un artista sensible, bordador de frases amplias planificadas con equilibrio que destilaban gracilidad, siempre desde una visión moderna, alejada de lo sentimental.
Cambiar nuestras vidas, transformar nuestra sociedad, y hacerlo desde y con la música, incluso en tiempos de confinamiento.Si Gabriel García Márquez tituló a su novela del año 1985 El amor en los tiempos del cólera;