Italia
Un tardío estreno en La Fenice
Anibal E. Cetrángolo
Gracias al siempre puntual recuento de Franco Rossi, publicado en el texto que acompaña esta producción, puedo entender con facilidad que apenas un año después del estreno mundial de Peter Grimes, llegaron a Venecia -en el Festival de Musica Contemporanea- los estupendos Four Sea Interludes de esta ópera, pero será recién en este 2022 que este título central en la lírica del siglo XX es presentado en la Fenice.
Entre tanto, los venecianos se encontraron a menudo con el teatro lírico de Britten en The Turn of the Screw (1954, 1971, 1983, 1992, 2010), The Little Sweep (1971, 1996, 2000, 2010), Death in Venice (1972, 2008), Dido and Aeneas (1989), Billy Budd (2000), o A Midsummer Night’s Dream (2003). Es de destacar que The Turn of the Screw es completamente un producto veneciano: fue la Biennale di Venecia quien encargó la ópera a Britten y la primera mundial se produjo en La Fenice con Peter Pears en el rol principal.
La Fenice no podía haber inaugurado de mejor manera su encuentro con este título. La producción fue de primerísima calidad y el numeroso público que presenció la representación en la calurosísima noche del 5 de julio festejó con estrepitoso entusiasmo la labor de los artistas comprometidos.
Todos los artistas y grupos participantes realizaron un trabajo descollante y lo que se aplaudió fue resultado de un desempeño de equipo, pero cumplo con el reconocimiento a los miembros que forman un triángulo de absoluta excelencia: el protagonista de la ópera y los responsables escénico y musical de esta ocasión. Tanto Valčuha como Curran llegan a la Fenice después de haberse encontrado con este título en anteriores ocasiones.
Paul Curran es uno de los más célebres regisseurs de ópera de estos tiempos. Para la Fenice, el artista escocés firmó las puestas de Ariadne auf Naxos (2003), Dafne (2005) y Tristan und Isolde (2012). En esta ocasión muestra una escena oprimente construída a través de paneles móviles, de proyecciones del mar. Hay una iluminación fría muy sensible a la partitura. Son fundamentales para Curran los movimientos de grupo y entre ellos resulta ejemplar la escena del tambor con los habitantes del borough -el burgo- , que no casualmente marchan con el brazo derecho alzado a castigar al diferente. Al frente de esta cruzada se encuentra Mrs. Sedley quien proclama su anatema contra “los hombres que no respetan las convenciones y pueden molestar a la paz”.
Pero el director escénico ha realizado también una detallada marcación individual como se ve en la tan comprometida escena de la locura de Peter Grimes. Curran es capaz de una adhesión no descontada a cuanto se escuchaba. Magnifica en este sentido la excelente solución visual encontrada para la passacaglia del segundo acto. El responsable escénico encontró excelentes profesionales en sus colaboradores, que fueron Gary McCann, quien se ocupó de la escenografía y vestuario, y Fabio Barettin que diseñó las luces.
Juraj Valčuha, nacido en Bratislava, es un músico muy conocido por el público italiano porque durante siete años fue director principal de la Orquesta Sinfónica de la Rai y desde 2016 es director musical del Teatro San Carlo de Nápoles. Valčuha posee gran habilidad comunicativa con el foso a lo que no es ajeno un gesto de gran precisión. El director ha conseguido dar cuenta de la riquísima variedad tímbrica propuesta por Britten dando prioridad a una lectura introspectiva. El joven artista mostró un absoluto dominio de la complejísima trama que se desarrollaba tanto en el foso como en la escena.
Con relación a los cantantes, sea dicho ante todo que Andrew Staples es un artista que frecuenta el repertorio lirico clásico del siglo XX (Wozzeck, Salome, Káťa Kabanová). El tenor posee la voz ideal para el personaje: cálida y firme. Resolvió de forma insuperable los desafíos de la complejísima parte. En la escena de la demencia Britten pide a menudo a su protagonista cantar sin apoyo instrumental y lo que es peor, la nota que deja el cantante en sus intervenciones es recogida por algún instrumento de la orquesta o por el coro, lo que en caso de no perfecta afinación podría evidenciar catástrofes muy evidentes. Staples superó con gran solvencia estas enormes dificultades y su composición del rol fue memorable. Creo que este cantante es un Peter Grimes ideal
La Ellen Orford de Emma Bell, es también muy convincente. Es una cantante flexible aunque con un agudo áspero, demasiado abierto en el forte. Esto último no ha impedido en absoluto la composición del personaje y Bell ha tocado cimas interpretativas excelsas. En esta ópera, lo más parecido a un aria es el estupendo momento lirico de Ellen, “Embroidery in childhood” que esta artista presentó de manera sublime, con voz cálida, con expresividad justa. Sus legati y pianissimi, el fraseo siempre muy sincero, provocaron momentos de gran emoción.
El Balstrode propuesto por Mark S. Doss, fue de gran eficacia si bien el cantante hubo de combatir con un rendimiento vocal no siempre excelso. Doss es un excelente actor y globalmente presentó una óptima versión de su personaje.
Fue inmejorable la prestación de Eamon Mulhall en el rol del rector. Mulhall es un artista irlandés caracterizado por su ductilidad tanto en lo actoral y en lo vocal: además de ser un tenor muy adecuado para personajes mozartianos afronta roles de contratenor y frecuenta el mundo del lied.
Zion Goronwy mostró cabalmente un Swallow de voz es redonda, llena. Gronmy juega de manera magistral con su imponente personalidad, sobre todo en la escena de vana seducción de las también excelentes sobrinas. En efecto, tanto Patricia Westley como Jessica Cale, poseen el ideal physique du rôle y son muy buenas cantantes. Ambas artistas, junto con Sara Fulgoni, quien cantó una estupenda Auntie, y con Emma Bell crearon un momento mágico en el bellísimo cuarteto femenino del segundo acto “From the gutter, why should we” sucesivo al violento coro del tambor (“Now is gossip put on trial”). Rosalind Plowright presenta una muy estupenda chismosa Mrs. Sedley,
Gran protagonista de esta ópera es el coro, que encarna al gran enemigo de Peter, la gente convencional y cruel del pueblo. El orgánico estable de la Fenice resuelve con gran profesionalidad su complejísima tarea. Fue herramienta central en la propuesta del director de escena que hubo de requerir una participación muy activa en lo gestual.
La orquesta del teatro exhibió un óptimo resultado dando lo mejor de sí en los magistrales interludios.
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