Francia
Corneille, Charpentier, Desandre, Mechelen, Christie: ¿Hay quién de más?
Francisco Leonarte
Desde que Eurípides modificó el mito de
Medea, al parecer para agradar a los corintios, transformándola en una madre
asesina, el personaje no ha dejado de fascinar. Y de Grecia pasó a Roma con
Séneca, y de ahí a la Francia de Richelieu, donde Pierre Corneille, antes de
fundar con Le Cid lo que hoy conocemos como teatro clásico francés,
escribió esta Médée. Una Medea francesa cuya sinrazón podemos
comprender, empujada hasta el extremo por la injusticia y por la hipócrita
perfidia de quienes la rodean. Una suerte de eslabón perdido entre el teatro
barroco (con su maquinaria y su lado fantástico y sangriento) y el teatro
clásico (con sus tres unidades de tiempo, acción y lugar).
Tiempo después de que Pierre Corneille la
escribiese, su hermano menor Thomas la retocó para transformarla en libreto de
Tragédie Lyrique, como se denominaban las primeras óperas francesas. El
resultado es un libreto genial -con los afeites de danzas y otros
divertimentos que exigía la tradición musical impuesta por Lully- y una
partitura a su altura, de gran expresividad. ¿No es acaso lo que todos los
aficionados buscamos?
Elenco
El personaje de Médée es encarnado por Lea
Desandre, que ha dejado de ser promesa para ser una joven realidad. Quien esto
escribe ha de reconocer que tenía sus dudas: ¿Puede una joven interpretar
un personaje tan complejo como Medea? Pero las dudas pronto quedan
despejadas. La evolución del personaje, la intensidad de los acentos, el cambio
incluso del color de la voz cuando Medea decide pasar a su venganza (pasar 'al
lado oscuro'), la nitidez de su francés, el dominio del estilo, el volumen
importante... todo fuerza la admiración y cualquier prejuicio sobre la edad o
la experiencia de la cantante desaparece. Una gran interpretación.
En cuanto a Jason, Reinoud Van Mechelen es
sin ninguna duda uno de los grandes tenores actuales. Especializado en el
repertorio barroco y clásico, son admirables su volumen, la pureza de su
timbre, la seguridad de su emisión, el dominio absoluto de las ornamentaciones,
su perfecta inteligibilidad. Y sobre todo la inteligencia teatral... No se
trata de hacer un santo de Jason, pero tampoco un malo porque sí.
Pertenece a los buenos intépretes la capacidad para hacer que el público
entienda a su personaje, que lo entienda como ser humano que actúa movido
por intereses humanamente comprensibles Tal es el caso. Así, resalta en el
magnífico texto de los hermanos Corneille, la queja de Jason «que je
serais heureux si j'étais moins aimé» (qué feliz sería si me
amasen menos).
Gordon Bintner interpreta a Oronte, un
personaje creado por Corneille. Bintner posee un un punto menos de volumen,
pero también un bonito color de voz, muchos armónicos, squillo, que hace que la
voz pase bien; además de un buen dominio del estilo. Compone un personaje
perfectamente creíble.
El más veterano del reparto es Laurent
Naouri como Créon: buen volumen, buen manejo de la voz -relativamente
fresca a pesar de su veteranía- pero también una exageración que por momentos
lo aleja de la pureza del estilo, notablemente en su escena final.
Por contraste, la encarnación de Vieira
Leite resulta menos atractiva. A pesar de una notable interpretación en el
momento de su muerte, en general su volumen resulta menor que el de los
cantantes citados, y su dicción menos clara (sin ser completamente deficiente
tampoco).
Es necesario citar, entre los intérpretes
principales a Emmanuelle de Negri como una magnífica Nérine, la confidente de
Medea. Magnífica por volumen, por prestancia, por fineza de sus intenciones,
por estilo, por fraseo. Pocas veces un papel en principio secundario es servido
con tanta inteligencia
De los restantes papeles, de menor envergadura, todos los intérpretes merecen ser mencionados aunque sólo fuera por su estilo impecable, Élodie Fonnard y Lisandro Abadie (que en tres frases consiguen crear sus personajes), Julie Roset, Mariasole Mainini, Maud Gnidzaz, Alice Gregorio, Bastien Rimondi, Juliette Perret, Virginie Thomas, Julia Wischniewski, Clément Debieuvre (excelente haute-contre) y Matthieu Walendzik.
Christie
y Mc Vicar
En el foso, Les Arts Florissants («Les arts
Flo», como lo llaman familiarmente los aficionados franceses) se ocupan
de la nutrida orquestación prevista por Charpentier. Christie sólo se levanta a
dirigir cuando entra en juego la orquesta, que suena perfecta sin por ello avasallar. Cuando sólo el continuo acompaña, Christie se sienta: sabe que
puede confiar en ellos. Este continuo suena especialmente cuidado, con tres
teorbistas (entre los cuales Thomas Dunford, pareja de la protagonista y
fundador del Ensemble Jupiter), dos claves y no conté las violas de gamba y
violonchelos...
A cargo de la orquesta, los numerosos ballets (uno por acto
salvo en el quinto). Y es aquí donde una buena coreografía que de sentido a la
música de ballet, se hace indispensable. Tal fue el caso gracias a Lynne Page,
que con elementos de danzas populares masculinas de Irlanda y Gran Bretaña (1er
acto), elementos de la comedia musical de los años 1940 (época en que Mc Vicar
sitúa la acción), elementos del cine gore (actos 3º y 4º), con un cierto
sentido argumental y sin perder una cierta unidad estilística en los cuatro
ballets, logra que en efecto el espectador siga interesado por lo que sucede en
escena.
Mc Vicar en efecto sitúa la obra durante el periodo de la
Segunda Guerra Mundial en Inglaterra, lo que acerca (más o menos) el drama al
público actual. La transposición no molesta. Pero lo más interesante es la
cuidada dirección de actores. Cada frase tiene sentido, y no necesariamente el
sentido previsto por la tradición, pero sí un sentido perfectamente
acorde con el texto y la situación. De suerte que la acción avanza, con un
libreto a la vez moderno y refinado, que la dirección de actores de Mc Vicar, la
dirección impecable de Christie y la inteligibilidad (de pasable a excelente) y
talento de los cantantes, logran hacer vivir con toda intensidad.
Una serie de representaciones memorables que está entusiasmando al númeroso público de Garnier.
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